miércoles, 25 de marzo de 2009

De patitas en... el despacho !!

El director de una compañía farmacéutica está retenido en la fábrica que regenta por sus propios "compañeros", los que han sabido que podrían ser despedidos o destinados fuera de su localidad en pocas semanas. Más información aquí:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/25/internacional/1237995205.html

El caso es que me ha sorprendido mucho la reacción del director, quién dice que se lo veía venir, pero sobre todo de los trabajadores. Seguramente éstos estarían charlando tranquilamente hace pocos días con quién ahora es su mayor tesoro, quizá sobre la jornada de fútbol del domingo de la liga francesa, sobre si Zidane debería volver a la selección gala o sobre un nuevo culebrón de Sarkozy.

Sin duda ésta es la auténtica noticia, el hecho de que un director haya sido retenido por los trabajadores de su fábrica, y no tanto que otra empresa más esté al borde de la quiebra. Pero pensando, pensando... hay algo que me ha llamado aún más la atención, más todavía que el impúdico pero lógico comportamiento de esos trabajadores y que la comprensiva y resignada figura del director.

Estamos inmersos en el sistema económico más rígido y controlado de la historia, es capitalista y aceptado por todos. Y pese a ello siguen apareciendo crisis tan duras como las de antaño, pero ese es otro tema... a lo que voy es que es un sistema que cuenta con muchas ventajas: economía del bienestar en los países desarrollados, se incentiva al emprendedor, se garantiza el pago de una parte de tu producción como obrero (lo que Marx bautizó como plusvalía al quedarse en manos de los "patrones"), etc.

Pero también tiene sus riesgos... y sus errores. Se supone que el Estado debería tener la liquidez necesaria como para subsidiar a todos aquellos que, injustamente, se vieran privados de su derecho a trabajar y a percibir un sueldo por hacerlo. En este caso, el propio Estado debería acoger a esos trabajadores por el bien de la empresa y de ellos mismos, obviamente. Sin embargo, esto no ocurre y provoca situaciones de este calado en la que los obreros tienen que recuperar el espíritu reivindicativo perdido hace tanto tiempo.

Lo curioso es que estos mismos obreros han aceptado de antemano participar en un juego donde el gobierno tiene todas las de ganar. Se lava las manos y esconde tras de sí la inclinada y sumisa figura de tantos empresarios, conformes con salir favorecidos en diversos, oscuros y secretos tratos. Si aceptas las reglas, cuando éstas se cumplen aunque no te parezcan justas, aunque haya un papel que diga lo contrario, nada puedes hacer para remediarlo por el camino de la legalidad. Por ello has de recurrir a cometer un delito, a retener por la fuerza a tu jefe.

Parece que sólo nos precupamos de que seamos unos simples títeres cuando no podemos hacer ni siquiera un movimiento, por ello sólo vemos la solución de romper los hilos. Con esto no culpo a los trabajadores de que puedan ser despedidos y de que retengan a su jefe, sería de locos justificar un comportamiento tan injusto de otro grupo, recordémoslo, de personas, en diferentes circunstancias, eso sí.

No obstante, estoy seguro de que todo nos iría mucho mejor si supiéramos y quisiéramos reclamar lo que nos pertenece por el simple hecho de haber nacido. Si hay quiénes tienen el poder del dinero nosotros tenemos el poder del número, de la cantidad y además somos la clave de que el capitalismo funcione. Si nos echan de nuestros trabajos es porque permitimos que lo hagan al aceptar otros nuevos en las mismas condiciones. Es cuestión de organización.

1 comentario:

Benito Camelas dijo...

No conocía esta faceta tan política tuya, estoy de acuerdo contigo en que deberíamos recuperar en estos tiempos, un poco de combatibidad, algo de guerreo para reclamar el derecho al trabajo...pero yo ya tiré la toalla.